Caminando un día del mes de Junio por Unter den Linden, me detuve, como siempre que pasó por esta calle, en los puestos de libros que hay en la entrada de la Humboldt Uni. Eché un vistazo a las publicaciones ofrecidas, buscando clásicos alemanes en su idioma original, ésos que me quiero llevar a España y que llevo varios meses recopilando. Encontrar literatura en el idioma original en la península es complicado, por lo menos en mi ciudad.
De pronto, mis ojos se detuvieron sobre la portada de un libro y leyeron sorprendidos: Elisabeth von Eric Rohmer. Rapidamente tomé el libro y lo ojeé. ¿Era Eric Rohmer, el director de cine que tanto me entusiasmaba? ¿Había escrito una novela? Busqué en mi bolsillo los tres euros necesarios para adquirir el libro, pero no los encontré, por lo que tuve que volver al día siguiente.
Durante ese día numerosas preguntas rondaban mi cabeza. ¿Conseguiría Rohmer tener tanto éxito con la literatura como con el cine? (Nota: Este es mi blog y aquí yo marco las normas, yo decido lo que está bien y lo que no. Mi visión es la única posible. Quizás en un futuro mis ideas cambien y se contradigan a sí mismas, esto sucede habitualmente. Pero todas ellas coincidirán en su origen: yo. Ahora en el presente, mis opiniones dejan de serlo para transformarse en axiomas, en leyes. Es decir: El cine de Rohmer es maravilloso y punto.) ¿Por qué yo no conocía esta faceta de uno de mis directores favoritos? ¿Por qué soy tan inculto? ¿Alguna vez dejaré de ser una camiseta llena de agujeros?
Empecé a leer la novela ávido de nueva sabiduría rohmeriana y he de reconocer que no me defraudo en absoluto. Paisajes, diálogos, líos amorosos, toda la temática del director (y escritor) francés en estado puro. Y no solo eso, sino además, en su forma original, en su estado casi prenatal. Elisabeth fue escrita en 1944 en una habitación de París, desde la que como el mismo Rohmer dice ‘se escuchaban los disparos de entre aliados y nazionalsocialistas’, quince años antes del rodaje de su primera película, cuando Rohmer quería ser escritor y ni se planteaba hacer cine. (Esto lo supe después de comprar el libro.)
La novela discurre en un pueblo cercano a París (en la ficción) llamado Percy. El ambiente campestre, humano, natural que envuelve muchas de sus películas es trasladado directamente al papel mediante largas descripciones de bosques, jardines, casas, entremezcladas con bellos diálogos característicos de sus films, (veáse Le genou de Claire, Ma nuit chez Maud,…)
Durante el relato se van entrelazando como si fueran una tela de araña, muchas de esas hermosas escenas, (no sé si esta estructura pretendía maquillar la obra con un toque modernista, tan habitual de la época) que nos van ofreciendo distintas caras del discurrir veraniego de varios personajes de un tranquila villa rural. Amantes que dudan de su amor, jóvenes que descubren nuevos e inmensos mundos por primera vez, la libertad campestre, la alegría de vivir. Todos los pequeños placeres por los que merece la pena existir, retratados con sutileza, sin exageraciones, narrados con la naturalidad con la que suceden.
Durante el relato se van entrelazando como si fueran una tela de araña, muchas de esas hermosas escenas, (no sé si esta estructura pretendía maquillar la obra con un toque modernista, tan habitual de la época) que nos van ofreciendo distintas caras del discurrir veraniego de varios personajes de un tranquila villa rural. Amantes que dudan de su amor, jóvenes que descubren nuevos e inmensos mundos por primera vez, la libertad campestre, la alegría de vivir. Todos los pequeños placeres por los que merece la pena existir, retratados con sutileza, sin exageraciones, narrados con la naturalidad con la que suceden.
Rohmer nos muestra escenas que por acostumbradas, nos pueden llegar a parecer casi triviales, vacías, pero que a la vez vertebran nuestra existencia, las que nos hacen felices o desgraciados, las que nos recuerdan que somos algo más que un grupo de átomos bien organizados, las que originaron la Nouvelle Vague.
En resumen, armonía, belleza y, casi austeridad, mezcladas y servidas como sólo el maestro sabe.
Muy recomendado.
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